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Los temores hacia la migración inhiben potenciales ganancias globales

Gabriel Pérez del PeralFinanzas | 2020-04-30

La entrada de remesas a nuestro país sigue registrando niveles históricos; para el mes de agosto, el Banco de México informó que ingresaron 3,374 millones de dólares, lo que representa un incremento anual de 17%. Es la mayor cantidad de remesas para un mes similar desde que se iniciaron las mediciones. Así, el acumulado para los primeros ocho meses del año es de 23,899 millones de dólares, cifra nunca antes captada para un período igual.

El incremento en la entrada de remesas se explica por la incertidumbre con relación a las políticas migratorias de EUA, el buen desempeño de los sectores que emplean a trabajadores mexicanos (construcción y servicios), y el fortalecimiento del dólar en México (cuando el peso mexicano se deprecia, los trabajadores en el exterior envían más remesas a sus familias).

La evidencia muestra que los flujos crecientes de personas que cruzan las fronteras para trabajar en otro país pueden detonar un crecimiento económico global. Es importante subrayar que los aspectos económicos de la migración son similares a los del libre comercio. En efecto, los beneficios del comercio entre los países permiten que los trabajadores se especialicen en actividades en donde son relativamente más productivos y de esta forma se incrementa la producción en las respectivas economías.

En los modelos tradicionales de comercio los precios de los factores de la producción convergen entre los socios comerciales. Desgraciadamente vemos que la mencionada igualación no se ha dado en la práctica. Para el caso de los salarios, un trabajador en México gana el 20% de lo que gana un trabajador de origen mexicano con similar educación y experiencia trabajando en EUA (Centro de Estudios Monetarios de Latinoamérica, 2018).

La mayoría del diferencial de salarios se debe a las diferencias en productividad, originadas éstas por las disparidades en la infraestructura, tecnología, instituciones y por habilidades laborales. Estos son los elementos clave que precisamente potencian la productividad laboral.

Una oleada fuerte y rápida de migración puede hacer que bajen los salarios en el país receptor (desarrollado) con relación al país expulsor de mano de obra (en desarrollo). Pero si el movimiento es lento para permitir que se ajuste la inversión en el país receptor, las fronteras se pueden abrir sin que se modifiquen significativamente los salarios, ya sea en el país de origen o en la economía de destino. De esta forma, los migrantes saldrían beneficiados ampliamente.

En un artículo de John Kennan de la Universidad de Wisconsin-Madison se estima que la apertura de las fronteras de los países desarrollados podría incrementar en promedio el salario de los trabajadores de un país en desarrollo en 10,000 dólares al año, o más del 100%. Estos mayores ingresos necesariamente incrementarían el PIB global. En un reporte de Sharun Mukand de la Universidad de Warwick se encontró que si la mitad de la fuerza laboral en el mundo migrase hacia países desarrollados, y dicha migración disminuyese los diferenciales de productividad en un 25% con relación al mundo desarrollado, el ingreso promedio anual de los migrantes subiría 7,000 dólares. Lo anterior sería suficiente para incrementar el PIB global en 30%, esto es, en 21 trillones de dólares.

Un artículo de Paul Klein (Simon Fraser University) y de Gustavo Ventura (Arizona State University) estimó que una movilidad laboral total podría aumentar el PIB global más de 122%. Estas ganancias superarían a los beneficios de eliminar barreras mundiales al comercio, que aumentarían el PIB sólo entre 1.8% y 2.8%.

Lant Pritchet, de la Universidad de Harvard, estimó que sólo se necesita un 3% de incremento en la fuerza laboral del mundo a través de la migración, para que se generen beneficios anuales mayores que los que se reportarían al eliminar las barreras totales al comercio.

La incorporación de las mujeres en la fuerza laboral del mundo desarrollado también generaría algo similar: aumentaría la fuerza de trabajo con un enfoque de especialización, ello sin desplazar a la fuerza laboral masculina nativa.

En un artículo de Francesco D´Amuri del Banco Central Europeo y Giovanni Peri de la Universidad de California, se encontró que la migración empuja a la fuerza laboral nativa a buscar trabajos más complejos. Estos trabajos incrementan en 0.6% los salarios de los nativos por cada que se duplica la participación de la fuerza laboral migrante.

Los migrantes generan flujos de recursos muy importantes hacia sus hogares; si los políticos hacen a un lado sus temores hacia la fuerza laboral migrante, los dividendos para la comunidad mundial podrían ser enormes. La muestra de ello son los 1.8 millones de hogares en nuestro país que se benefician cada mes con las remesas que reciben.

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