
El salto de un PIB basado en la agricultura a uno basado en los servicios
Los países pobres se caracterizan por ser predominantemente agrícolas y en su mayoría en la agricultura de subsistencia. La visión tradicional del desarrollo de las naciones considera que éste, debe seguir la trayectoria que va de la agricultura a las manufacturas y posteriormente a los servicios. Esta perspectiva ha prevalecido desde la Revolución Industrial.
La lógica que apoya la trayectoria convencional hacia una economía avanzada es que los trabajadores paulatinamente se van trasladando de actividades de baja productividad, como la agricultura de subsistencia, a sectores de mayor productividad. Esto es, pasar a las manufacturas, que se caracterizan por la especialización y la presencia de economías a escala (a medida que la producción en una empresa crece, sus costos por unidad producida se reducen); ambas son esenciales para aumentar la producción por trabajador, como lo refiere The Economist.
Algunos ejemplos de lo anterior son Japón, Taiwan, Corea del Sur y China, que han recorrido la trayectoria convencional de la agricultura a las manufacturas, y que potenciaron su desarrollo exportando sus excedentes a países ricos.
En contraste, las actividades tradicionales del sector servicios presentan limitaciones para incrementar su productividad. Un corte de cabello o una comida en un restaurante se tienen que entregar personalmente, no hay potencial para explotar las llamadas economías a escala y tampoco se pueden exportar.
Es importante tener en cuenta que la gente consume más servicios no cuando el avance tecnológico hace que bajen de precio, sino cuando se ha alcanzado un nivel socioeconómico en el que ya se tienen satisfechas otras necesidades básicas.
El economista William Jack Baumol (1922-2017) argumentó en los años 60´s que “conforme los países se hacen ricos y sus ciudadanos se orientan más hacia el consumo de servicios, el crecimiento de la productividad en la economía inevitablemente disminuye”.
La trayectoria convencional del desarrollo de las economías (pasar de la agricultura a las manufacturas y posteriormente a los servicios) se cuestiona en el libro “The Service Revolution in South Asia”, de Ejaz Ghani (Banco Mundial) y en un artículo “Service with a smile: a new growth engine for poor countries” que escribió con Homi Kharas (Brooking Institution) y Arti Grover (Banco Mundial). Los autores argumentan que la tecnología y el outsourcing han permitido que el sector de los servicios supere sus desventajas.
Tanto en el libro como en el artículo se afirma que los servicios tradicionales como el comercio, los hoteles, restaurantes y la administración pública se mantienen con sus antiguas restricciones. Sin embargo, los servicios modernos como los desarrolladores de software, call centres y los que intervienen en los procesos para negocios como los servicios financieros o registros médicos, utilizan trabajadores especializados, explotan economías a escala y pueden exportarse. En otras palabras, se comportan como las manufacturas.
Si se cumple lo expresado por los investigadores, entonces los países pobres pueden pasar directo de la agricultura, al desarrollo de servicios, saltando las manufacturas. Tal es el caso de la India, que deslumbró a los negocios en el mundo, convirtiendo a sus empresas en competidores globales y a ciudades como Hyderabad y Bangalore en centros tecnológicos sofisticados.
La India no ha sido el único país que ha encontrado la trayectoria directa hacia los servicios modernos; están países que lo han imitado como Pakistán, Sri Lanka, y Nepal, aunque de una forma menos espectacular. Cabe mencionar que, en los países pobres en general, desde 1980 los servicios han contribuido más al crecimiento que el sector de las manufacturas. Tanto en la India como en Pakistán y en Sri Lanka el nivel de la productividad en los servicios ha superado al de la industria.
El sector de los servicios ofrece algunas ventajas sobre las manufacturas, ya que suele haber mayor flexibilidad laboral e impactan menos al medio ambiente. Ubicados en grandes ciudades aceleran la urbanización.
Hasta ahora nuestro país ha recorrido la trayectoria de modernización de su economía desde el punto de vista tradicional; es momento que acelere el paso dando énfasis a una producción con base en el sector de servicios, específicamente fortaleciendo los servicios modernos. Para ello es indispensable aumentar los recursos destinados a investigación y desarrollo, dar facilidades fiscales en sectores estratégicos, e impulsar la formación de profesionales en áreas de ingeniería y sistemas.
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